Terror en la luz.

El cielo es infinito para el pájaro entre rejas.

jueves, 22 de marzo de 2012

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Tal vez estas sean unas palabras sumamente desgarradoras. Tanto que ni yo misma puedo escribirlas. Y luego no seré capaz de leerlas.
El desamor también se prueba, se prueba a menudo. Es habitual. Si te encuentras sentado en una cama desordenada, rodeada de objetos de poco valor para ti ya o de un valor incalculable, con un ligero temblor en el abdomen y una entrega total de cuerpo y alma a la sinrazón, es ahí donde estás viviendo el desamor. Y miedo. También está el miedo.
Las imágenes van sucediéndose como si esos días fueran toda tu vida. Y no hay forma de recuperar nada de lo entregado. Y te prometes, te prometes. Pero esta vez ya juras. No volverá a suceder. Mi cuerpo y mis neuronas no están preparadas para tanto ajetreo. Algún tipo de ser instaló en mi una desesperanza y azar negativo difícil de calcular. La tristeza recorre a zancadas el sonido de la vida.
Y una macabra obra de arte perfora tus lagrimales. Ya no sabes si vencer o ser vencido. Escuchas algo que no entiendes. Deformas las imágenes del lugar más odioso del mundo, de la persona más amada de la historia.

miércoles, 21 de marzo de 2012

O sí.

Poco a poco, pero voy atando cabos. Y si digo no, también digo sí, eso que quede muy claro, ¿vale? He aquí la prueba de fuego. Un "o sí" tras un "o no", es lo más lógico del mundo.

Aterrizo en el andén cual mosquito ansioso pero cansado lo hace en un brazo con aspecto dulce y olor naranja. Casi, incluso, hostil. Llevaba ya un rato haciéndome preguntas interminables y extrañas que no hacían más que sobrevolarme la cabeza, creyéndose las mismas que un rato después me acordaría de ellas.
Pues bien, lo hice. Me acordé. Parezco tonta. Un día en el mundo voy y recuerdo lo que no sé s quiero recordar. Recuerdo, por ejemplo, que las mujeres que trabajan en un lugar de negocios, no tienen por qué ir con tacones de aguja grises y medias grises y falda de tubo gris y rebeca gris y... Pelo castaño (pero gris en esencia). Recuerdo, también, que todos los niños de entre 8 y 12 años huelen a chicle Boomer. Recuerdo, al mismo tiempo, que ese señor que pasa justo a 20 centímetros se hubiera fijado en mi de haber tenido él 30 años menos o yo 20 más.
Y así sucesivamente.
"Nunca retengo mis ideas". O sí.
"El señor gato no estará hoy esperándote en la puerta que está situada justo entre tu casa y el bar de vagos". O sí.
"Un niño que nazca deforme no será capaz de hacer una vida por sí solo". O sí.
Qué sabrán.
O sí a todo. Porque un simple trazo verde en una pared blanca de un túnel interminable puede ser la pieza clave para que se sostenga el mundo. Y si no haced la prueba. Tened el valor de ir y borrarlo.
- ¿Has estado alguna vez en Francia, en parís? + No. ¡O sí! Las luces que emiten las personas a veces me asustan por, efectivamente la carencia de las mismas. Quien no se atreva a viajar de la forma que le de la gana solo a él, será un fracasado. Pues claro que he estado en París. Vaya, en este caso es completamente cierto. Pues claro que he estado en plena guerra de Siria. - ¿Qué dices? Y le dejas flipado. Flipado, mudo, confundido, en shock. Solo tienes que contarle lo que no quiere escuchar. Así de sencillo un no es un "o sí".
Ya lo sé, incluso yo me siento pesada con los "o sí's". Pero es que me enerva el modo ininterrumpido con que la gente fea se cree fea y la gente guapa se cree bella. también me agobia la forma en que las personas tratan de acaparar toda su atención demostrándote ser más o menos que tú. Una muestra de superioridad mediante una mirada. "Tu no sirves para nada, yo soy más importante". ¡Pero si no sabes ni construir una frase! Sujeto-verbo-predicado, cariño. Una muestra de inferioridad mediante la justificación absurda de un hecho imposible de demostrar. Y así sucesivamente. De verdad que la periodicidad de la humanidad es un plan perspicaz para la popularidad. Así sin más. ¡O no! Venga ya...

martes, 13 de marzo de 2012

Disturb.

Hola a todos.

Estas serán unas declaraciones gratas, ligeras, honestas y perversas.
El modo en que serán concebidas se me va eternamente de las manos pero, no por ello voy a dejar de enorgullecerme y emocionarme.
Tal vez mi demora en conciliar de nuevo un mínimo del talento que no poseo para poder escribir de nuevo con la soltura y destreza menor de un individuo sin más que pulula, que deambula por el mundo sin pena ni gloria, se deba precisamente a esa carencia que esta frase ausente de puntos lleva de forma indirecta.
No sé lo que digo. Da igual. Ese no es el caso. Ahí no está la clave del éxito.
¿Habéis pensado alguna vez en no querer parar de hacer algo? ¿Tenéis, de cuando en cuando o en el momento que vosotros mismos sois conscientes de que eso queréis, la sensación de necesitar hacer las cosas de la peor manera posible? Eso es un don. Y no lo perdáis de vista.
Últimamente se me viene la imagen a la cabeza de esa niña mayor que está en ese cuarto oscuro con un resquicio de luz que ni interesa. Esa adulta en potencia que se debate entre el bien y el mal en el momento en que con cuidado se quita sus braguitas humedecidas por Dios sabe qué o quién. Y se me viene porque es lógico. Una carrera de fondo en asfalto con unas deportivas pesadas no son más que mentiras. Y un sujeto jamás debería mentirse, ¿no es cierto? Se miente a los demás. Pero también es por todos sabido que no cualquiera no adquiere algún tipo de mentira que interioriza y se calla para siempre. Y ese embrión de mentira crece, pero en lugar de abultarse la barriga es el corazón quien parece que va a estallar.
Una mentira bien contada es verdad. Una verdad a voces es mentira. Una verdad de mentira es un juego. Una mentira de verdad es astucia.
Y un sinfín de posibilidades más. El azar es un espía de Don Talento. El padre de todos los bienes y males. Es casi imposible hacerse a la idea de dos términos que parecen, de primeras, antónimos.
¿Quién miente? ¿Quién muere? ¿Quién nace?
Creo que la solución a una ecuación de grado infinito es el silencio. Si todos callamos, todos otorgamos. Y si se otorga, se vive mejor, ¿a que sí? A veces no es malo. A veces es solo cuestión de costumbres y antologías. De la vida misma de cada uno de nosotros. Porque ver desde fuera será más sano. Porque la realidad, al fin y al cabo, nos impide mirarnos de forma continuada y sin un "break" al espejo que elijamos. Entonces debemos mirar al de al lado, a los de alrededor, a las de alrededor. Y ahí todos nos damos cuenta de nuestras máximas diferencias y mínimas similitudes. Y justo ahí es cuando comprendemos que nadie será jamás feliz con nadie.