Una canción para nadie, para ningún corazón roto.
Te enamoras de quien menos puedes. De quien no debes. Eso es así porque si no no sería enamorarse. Tiras un dado, encuentras una goma del pelo que señala un infinito enorme, sin darte cuenta, sumas un 3 y un 7, regateas cualquier otra forma de vida. Me quedo con él. El azar lo dice, la magia lo insinúa, el destino lo susurra. ¿Qué diferencia? El hecho de hoy tener que pasarme dos horas sentada en la cama, mirando hacia fuera y ver el proceso completo de un anochecer. El hecho de crear planos mentales, cual película de amor del siglo XVIII, en la que enfocas y desenfocas y en la siguiente escena, te abraza. Y el hecho, también, de no saber cómo trasladar aquí el significado verdadero del amor, de tu amor hacia alguien, ahora que lo has palpado y absorbido sin lugar a dudas.
La audacia del primer encuentro ya me debilitó. Yo no era nadie, él era un todo que conseguía envolverme hacia sí. En su interior creí ser gloria. La Fe perdida vuelve ahora como el niño pródigo, se instala perfectamente en un lugar estratégico entre mi sien y mi caos. Él era luz, agua, aire. Y un exacto ejemplo de un verdadero misterio fugaz. Cuando consiga hablar, lo cuento. Ni siquiera puedo pensar demasiado para escribir. Se me ha prohibido la entrada al mundo de los sueños, de las ideas, del esplendor.
Lo más difícil de asimilar es la primera persona de esta historia. La segunda, en realidad, no existe. A veces me da por utilizar la tercera como un "yo" externo que se pierde, que no puede más. El pronombre "tú", no tiene significado en este ensayo sobre el amor, pues se diluyó consigo mismo y su actuación perversa que duró poco, pero arrasó, con un gran incendio para el que los bulldozers no son suficientes, mi bosque interno. Crear un ambiente perfeccionando tus dotes teatrales es muy triste. Es tan triste que juro, tiemblo. Mis dedos, ahora mismo, van tocando las teclas por sí solos. Están bailando la danza desoladora de quien ha sufrido el mayor engaño de la vida. Y por segunda vez. Pero la primera se queda tan lejos, que nunca importó. Esto es verdaderamente horrible.
Y de fondo tengo música. La que ese ser creó en mi. La que hoy me hace sentirme realmente sola. Su música, como es obvio, crea en mi el mismo efecto que él mismo logra.
Y fui única, fui todo, fui. Eso repetía sin cesar. Y ahora soy única, soy todo, aquí. La habitación tiene un eco espantoso. Igual que mi corazón y mis intestinos que, por más que tratan no consiguen digerir su fraude. Qué corrupción, qué divina desilusión, qué éxtasis de tristeza.
Y oh, él. Le recuerdo como una sola pieza lanza misiles. Por cada uno, yo me desvivía. Ahora, aquella canción, en aquel lugar que creí... Para los dos era nirvana, me parece monstruosa, igual que sus actos, igual que cada palabra escupida en forma y estructura de verdad inalienable.
¿Cómo decir sentirse enamorado quien ha terminado con la persona amada? ¿Cómo ser capaz de mirar a las estrellas? ¿Cómo consentir una actitud de uno mismo que, en teoría corre en contra de tu propio juicio? La respuesta es lógica: no era lo que parecía. No fue lo que decía ser.
Y todas sus canciones, todos sus dibujos y teorías, no eran para nadie. Y yo no pedí más que lo incomprensible y diferente. Yo no quise más que la unidad de dos piezas, no del mundo con su gente, si no de nuestro mundo particular. He utilizado la primera persona del plural y no debía. Perdón.
El amor es quitarle importancia a todo lo demás menos a lo que amas. El amor es respeto de almas. El amor es locura insaciable cubierta de alas para escapar de todo incordio. El amor no es la suma de las partes, sino un todo imposible de fragmentar que pesa más que cualquier fragmento individual. El amor es un acuerdo de ambos, un acuerdo sincero del que jamás lograrás arrepentirte. El amor es arte y por eso, si fuera verdadero, sería caos. Sería algo donde nadie podría opinar más que las dos personas que se aman. El amor no es intención, es adelantarse a cualquier cosa, sin tener que premeditar. El amor es sorpresa, lo inimaginable, lo absurdo.
Me enamoré. Como jamás. Pero ahora, todos mis esfuerzos se centrarán en volver hacia atrás sobre mis propios pasos. Él no tendrá que hacer nada. El no sabe aún qué es amar. Ni lo sabrá.
Me gustan mucho las cosas que escribes. Se ve que tienes un impresionante mundo interior y me gustaria poder llegar a conocerlo.
ResponderEliminarSoy un esclavo de tu atormentada y desgarrada prosa. No dejes nunca de escribir.
Gracias!!
Muchas gracias!!
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