Como un pisapapeles he regresado de ningún lugar en el que
antes hubiera estado, machacando a la vida por las zonas dolorosas de su
inimaginable organismo. Sin planes de guerra pero, pero supuesto, sin firmar la
paz. Un regreso inoportuno y más que nunca inesperado.
De un cerramiento profundo, aislado y sangrante, renací con
un simple abrir de ojos y una apertura de la pequeña ventana del baño. La
reacción fue inmediata: los malos humos y las pestes diabólicas se esfumaron
sin dejar rastro. Templanza. Solo es eso. Bueno, también consiste en, a veces,
pensar y razonar, y dejar de lado por instantes el corazón.
Algunas de las reflexiones que alcancé en mi letargo fueron
muy sencillas, pero absolutamente ciertas: “vive” y “sé libre”. ¡Qué fácil1,
diréis, ¿no? Lo cierto es que sí. Vivir es crear un ambiente en el que se
combine una sucesión de sentimientos de todo tipo. Si limitas la vida a un solo
sentimiento, la escasez de aventuras y recuerdos te llevará a persuadir tu alma
hasta el punto de hacerle entender que no puede haber nada más ni mejor. Vivir
es amar cualquier punto, coma, resquicio o hueco de la vida. Es así y no puede
ser de otra forma. Perderse en una espiral de una sola curva, es errar. Las
espirales son símbolos de constancia que cada vez se aproxima más y más hacia
la perfección. Simbolizan la eternidad. Y nada puede ser eterno si se compone
de un solo giro sustancial. Nada puede ser infinito si no se ve rodeado de
imperfecciones. La espiral más perfecta no es la más cuidada ni la mejor
elaborada, sino aquella tan salvaje y natural que no necesita macerar. Solo
necesita vida. Ya solo con esta explicación pasamos, fundimos, mezclamos la
primera reflexión con la segunda: “sé libre”.
Libertades existen muchas, de muchos tipos. Yo solo conozco
una: la de estar preso en alguien. Es complicado de explicar. “Si estás preso,
-diréis-, ¿cómo vas a ser libre?” Precisamente ahí se encuentra el misterio y a
la vez la verdadera solución. Si la interpretamos “a bote pronto”, podemos caer
en el error de darle un significado que en realidad no es. No quiere decir que
lo más maravilloso del mundo sea atarse a una persona, encerrarse en ella y no
querer mirar más allá. O al menos, para mí YA no dice eso. Antes, reconozco que
sí. Porque como ya todo el mundo sabe, yo amé más de lo debido.
La Libertad de estar preso en alguien es la espiral que
habita en cada persona, en cada cosa, en cada palabra, en cada gota de sudor.
Se trata de construir acciones de forma libre que te lleven sin pensarlo a
obtener una conexión perfecta con otro sujeto, objeto, frase… Sin hacer un
esfuerzo superior al que la propia acción necesita. Un ejemplo:
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