Terror en la luz.

El cielo es infinito para el pájaro entre rejas.

lunes, 20 de agosto de 2012

Y así sucesivamente.


Su forma de escribir y plasmar las ideas sobre cualquier tipo de material maleable, era misteriosa. Parecía, siempre, que ocultaba rasgos de su existencia. Parecía, a veces, que al mismo tiempo que ejercía sus labores, estaba asesinando a algún ser vivo.
Y si había que imaginársela, sería siempre en la oscuridad, como una reina de las sombras o como un pájaro de las tinieblas. Se definía como un ser diabólico. Y no lo era en absoluto. Era un duende del abismo o algo similar. Era un eco, un murmullo de la lluvia y un libro ateo. Era un lugar recóndito que todo el mundo quiere conocer alguna vez en la vida. Un océano de imperdibles punzantes, de los que no se arrancan de la piel tan fácilmente.
Solo le faltaba beber sangre para completar el mito. Fascinante.
De niña la solían vestir de verde. Querían que se camuflase con la Naturaleza. Y precisamente lo que adquirió fue el don de ser parte de ella. Sus sueños son muy tradicionales y su melena es tan obsoleta, que parece que ha vivido más de veinte mil siglos. Su silencio es su altura elevada al cubo. Y se extiende, como ella misma, a lo largo de un bosque tenebroso.
La describen como el azabache. Y no es cierto. Es el más puro brillo de las estrellas, la desnudez de un suspiro y la luz más grandiosa de los infinitos universos.
Se la confunde innumerables veces con una piraña. No es mucho más que un delfín tal vez atolondrado o llevado al límite de la impaciencia.
Suele, muy a menudo, buscar su lugar en Dios mientras se lanza al agua más cercana para conjuntar la palma de su mano con la hidratación de la vida.
Es tranquilidad y episodios de temor. Es lujuria ahogada en una lata de tortugas poseídas por un lagarto hembra.
Y así sucesivamente.

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