Terror en la luz.

El cielo es infinito para el pájaro entre rejas.

miércoles, 26 de junio de 2013

Soy, sin más, de la vida.

¿Cómo saber de dónde vienes si nada de lo que te sostenía, te alimentaba, te amaba, te protegía, te representaba, hablaba por ti, te hacía el amor deprisa y lento, te supuraba las heridas... Hoy es? He perdido mi casa, mi identidad. Soy una extraña entre mi gente; soy extranjera en mis costumbres. Soy, sin pertenecer a nadie. Vivo en un falso pasado, en un presente improvisado y en un futuro incierto. Voy dando tumbos, girando a contracorriente a ver si así encuentro la pista que me lleva hacia la verdad y me aleja de esta incertidumbre. En la tierra querida que me obligó a nacer, que me vio crecer, que intentó madurarme, ya no sé quién soy. No reconozco ni un milímetro de mí que se le parezca. Y la gente, supuestos iguales, no son más que desconocidos. Soy nómada. Soy del viento. Soy, sin más, de la vida.

martes, 21 de mayo de 2013

Crítica libro La palabra pintada


La palabra pintada, Tom Wolf



La palabra pintada, como su propio nombre indica, hace referencia a la necesidad, por parte del espectador de una explicación en forma de texto que acompañe a la obra que está viendo.

Con el arte moderno se ha creado esa necesidad. El espectador que no es un entendido del arte, pero que le gusta aprender de él o verlo sin más, quiere que algo o alguien le expliquen lo que está viendo. 

Tom Wolf, autor de este libro, critica de algún modo este hecho, pues como bien afirma, en sus años más jóvenes las obras tenían una pequeña indicación al lado donde tan solo ponía el nombre del cuadro, el año y alguna referencia técnica, nada más. Sin embargo hoy, con solo esa información, el espectador se queda tal cual llegó: sin tener ni idea de lo que el cuadro quiere decir.

¿Por qué sucede? Porque parte del arte que hoy vemos, como por ejemplo las vanguardias, es tan sumamente abstracto, surrealista que aleja demasiado al espectador del mundo real y le hace plantearse demasiadas preguntas que al final nadie va a respondérselas más que él mismo.

Nos habituamos a la contestación de todo el mundo: se trata de un arte que cada uno debe interpretar a su manera. Pero en realidad, queremos saber qué se le pasó por la cabeza al autor del mismo para hacerlo.

La pintura, según Wolf, sería más o menos la continuación de la palabra pero representada en forma de imagen. La transformación de lo literario en forma. “El arte moderno se ha vuelto completamente literario: las pintura y otras obras solo existen para ilustrar texto”, dice el autor. Con esta frase, digamos, está “desvalorizando” el arte a favor del texto, de una forma crítica e irónica, claro.

Se coloca el arte en un segundo plano y se da protagonismo a la palabra, pues se supone que sin ella, ese arte no se entendería.

En el momento en que el cubismo y, en general, el llamado “Arte por arte” llegó a Estados Unidos, todo se desmoronó. Los críticos del arte tomaron el protagonismo, llegaron a ser más importantes incluso que los propios artistas, pues ejercían la teoría del arte, donde incluso decían qué había que pintar. Había que aclarar y justificar todo.

Con un tono irónico, Tom Wolf expresa el absurdo en el que se ha convertido ese arte que un día se rebeló contra la pintura del momento. “El arte moderno se ha convertido en una parodia de sí mismo”.

El autor, durante todo el libro, trata un tema clave en el arte actual: la importancia del mercado. Según             Wolfe existe una relación intimísima entre crítica y mercado. Las colecciones de arte están condicionadas por ambos. Y en esta relación tienen un papel fundamental las figuras del marchante y del mecenas, que apareció con el Expresionismo Abstracto.

La idea es controlar el arte, convertirlo en negocio. Y cuando digo control del arte me estoy refiriendo a lo que Wolf pretende transmitir en su libro: control del valor de las obras, de las colecciones. Los marchantes adquieren colecciones particulares que participan en el incremento de su poder a nivel individual, pero además, condicionan el valor intrínseco del arte adquirido. Le aporta un plus de importancia. Pero esa importancia de ese arte en cuestión no sería nada si detrás del mismo no existiera un mecenas que guía al artista, que le dice lo que tiene que hacer, que le dice lo que es arte, lo que significa la palabra arte en la actualidad. Y no es otra cosa que negocio.

Tom Wolf menciona también los rituales de los artistas que quieren alcanzar la fama. Esos rituales que todos tenían que seguir para encajar en el arte del momento. Y no les quedaba otra que seguirlo a rajatabla si querían conseguir ser famosos y vender. Pero esos rituales llevaron en varias ocasiones a la soledad, como en caso de Pollock o Kooning.

Dinero y marketing son dos conceptos vitales en el arte nuevo. Sin ellos, el arte, por muy arte que sea, no lo es. Los artistas no son libres de crear, sino que se someten a lo que un “tutor” les dice qué es arte en ese momento. Ya el artista es quien decide si seguir las pautas para conseguir esa fama que persigue o salirse de la norma y crear a su antojo exponiéndose a la completa indiferencia si es desconocido y al olvido si se le conoce.

Como bien asegura Wolf, si se quiere ser alguien en el mundo del arte hay que venderse por mantenerse.

jueves, 11 de abril de 2013

Breve, pero intenso.

Tranquilo, no existe un duelo entre nosotros. No hay tormentas disfrazadas de mentira ni acuerdos tácitos de corrompidos daños. La brea de la carretera es solo la muestra de nuestro recorrido en espiral trazando las curvas con besos, cerrando los puñales a cada paso. Sabemos que nos estamos esperando. Sabes, y sé, que no existe más que eso. Una espera rugosa, polvorienta, cínica e irónica. La espera de nuestra verdad que tendrá cómo resultado el encuentro íntimo, el roce eterno de los cuerpos. Y la dualidad que hoy alumbra nuestros caminos, no será más que historia. Sabemos que nuestra intensidad es breve, pero única. Somos seres únicos. Somos almas que no tienen ni que buscarse. Porque no existe nadie como nosotros. Porque la realeza del amor es nuestro pan de cada día. Las palabras que hemos cruzado, las miradas que gesticulamos, los gestos que se convierten en vistazos de movimientos, corroboran un siempre. Y si no es en esta vida, será en cualquier otra. Estamos hechos de trozos de nosotros mismos. Estoy hecha de ti, y tú de mí. Somos uno, uno en dos, o dos mitades compuestas por dos miembros. He visto suficiente en el mundo para saber que el infinito se encuentra en tus manos recorriendo mis caderas.

viernes, 1 de marzo de 2013

Tormenta.

Un asalto en toda regla. Un movimiento de cabeza lento, como si fuera a cámara lenta... Tan lenta como el soplido perpendicular sobre un corazón roto. Una mano amiga, un título de una canción irreconocible. Una oda al miedo. Un eje sin rumbo, un tropiezo ante la multitud, una caída en picado sin pender ni tan siquiera de un hilo. Un mundo de engañosas rosas dibujadas sobre fondo transparente. Un Sol que renace en el comienzo de la muerte. Un pálpito, un cómico de cara triste meditando sobre vivir y no vivir. Un fleco arrugado, un sonido ambiental tan precioso como la dulzura del verdadero amor. Un amigo. Un enemigo. Un revolver sobre esa mesa de madera blanca que todos hemos odiado en alguna ocasión. Un monosílabo con más fuerza que la frase entera. Un eco ultrasónico. La sonrisa tuya y mía en ninguna parte. El creciente lunar menguando. El pie que define la patada más perfecta. La mentira que asoma avergonzada entre un sinfín de verdades que aún no se han ejecutado, ni transmitido, ni inventado. La mano que ya no es amiga. El precipicio de la duda constante, la confianza de la desconfianza que todos hemos creado. Un volver a empezar en ninguna parte. La rutina que mata el hambre. El peor de los pecados. La envidia de tus labios, que se pierden, se extinguen, dejan de resultar precisos. El ojo que acecha cual demonio, vestido de rojo y luego ambar y después verde. La sintonía de tus palabras cuando han perdido significado. Para siempre.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

El amor.

"No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, 
alegrías intensas y tristezas profundas"



 Por suspirar, vendemos el alma a buen precio. Por amar, la regalamos. Sin darnos cuenta, sin ser conscientes. Resulta extraño imaginarse eufórico, pleno, cargado de montañas rocosas de pasión para derramar constantemente, sin un solo alivio, sin una simple pausa. No es necesaria. No hay piedad para quienes aman, no puede haberla. El amor es un todo tan simple que aporta lo máximo que contiene con la facilidad de un soplido. Es tan mágico como el mecanismo eterno de las manillas de un reloj. Porque, si amas, no fuerzas. Porque, si sientes, no te puedes callar. Ponerle cremalleras al amor es prostituir la sangre que saldría gritando maravillas. En lugar de eso, solo es sustancia caducada. Un sentimiento no existe si no es ejecutado. Un te quiero es invisible si no se tatúa en el corazón del otro utilizando como medio la palabra, el gesto, la mirada o el detalle. El amor no se da por hecho. Si amas, demuestra. Demuestra a cada instante, demuestra en la eternidad. Y no es algo que debas imponerte, pues tu interior necesitará depositar todo ese amor que reboses en el otro. Y para quienes somos así, para los que amamos sin límites, no existe el amor en paz; no sería coherente.

viernes, 14 de diciembre de 2012

De lo espiritual en el arte. Kandinsky.


“De lo espiritual en el arte”, Wassily Kandinsky

“Cualquier creación artística es hija de su tiempo y, la mayoría de las veces, madre de nuestros propios sentimientos”.

Con un arranque tan rotundo, Kandinsky busca adentrar al lector en lo que más tarde llevará a cabo a lo largo de la introducción del libro, donde pretende transmitir que el arte pertenece a un momento determinado en la historia. No es lo mismo sentir hoy el arte que se creó hace doscientos años y nadie en aquel momento podía imaginarse cómo sería el arte que hoy tenemos. Hoy mismo, ni siquiera somos conscientes del propio arte que tenemos, pues se nos va de las manos. Esta idea, además, la va manejando en cada tema y aplicándola según determinados aspectos artísticos.

El artista señala que, por mucho que se intente hoy reproducir obras de ayer, el resultado jamás podrá ser el mismo. Son diferentes contextos (sociales, políticos, económicos…), una cultura modernizada que ya no puede ver con los mismos ojos ni sentir de igual forma que antaño el arte. Lo que debe hacerse es adecuarse a cada época, según Kandinsky.

Continuando en esa línea, desemboca en el concepto más relevante del libro y en el que se basa a la hora de explicar características como la forma y el color, entre otras. Dicho concepto no es otro que lo espiritual y como consecuencia de ello, habla del alma como soporte “físico” del mismo. A raíz de este concepto perfila las dos corrientes artísticas, que, de forma muy básica dividen el arte en dos:

Lo material, es decir, lo convencional, lo concreto. Plasmar en la obra lo que los ojos ven de la realidad. Tratar de alcanzar los detalles de la manera más perfecta posible para, así, poder realizar la obra de arte más similar a “lo real”. Un ejemplo de ello es el impresionismo.
Lo no material o abstracto, que vienen a ser aquellos aspectos más psicológicos de una obra, lo difícil y casi imposible de explicar con palabras. Son aquellas características que se rigen por sentimientos, por impulsos. Un ejemplo idóneo serían las vanguardias.

En relación a estos dos ámbitos, habla de ideas políticas afines a cada uno. Por un lado está el perfil más liberal, que corresponde al bando abstracto, donde solo existen reglas básicas, pero lo que predomina es la libertad artística. Por otro, está el bando más conservador, que lleva a cabo sus obras siguiendo un método, una determinada estructura.


LA INFLUENCIA MUSICAL

Si hay un tema al que continuamente Kandinsky hace referencia para comparar con el arte pictórico, es la música. Destaca la música como el arte más abstracto: “La música de Schönberg nos introduce en un nuevo terreno, en el que las vivencias musicales no son ya acústicas, sino puramente anímicas”.

Wassily asegura que el artista pictórico siente envidia de la música, puesto que lo que más pretende es expresar su mundo interior a través de sus cuadros y ve cómo dicho objetivo lo alcanza la música de forma natural y sin dificultad. Así utiliza “herramientas” como el ritmo, a través de los colores, para, de modo alguno, introducir la música en su obra. Con expresiones como “un arte puede aprender de otro”, Kandinsky anima a buscar en otras artes la utilización idónea del arte propio.

- La danza: también tiene un hueco en el libro de Kandinsky, pues comenta que la evolución, tanto de la música, como de la pintura, como de la danza, dará lugar a la composición externa, la primera obra de arte monumental. Cuando las tres artes se sitúen al mismo nivel de evolución, esta composición podrá transmitir a la perfección la intuición del artista mediante el uso conjunto de las tres artes.


LAS MIL Y UNA CARAS DEL COLOR

Como constantemente el autor plantea dicotomías, no menos en el aspecto cromático. Plantea dos tipos diferentes de reacciones ante un primer enfrentamiento con una tabla de colores: por un lado un efecto puramente físico, el cual se correspondería con lo más concreto, material. El espectador reacciona de una determinada forma ante el estímulo causado al visualizar un color. Pero es un efecto que, casi acto seguido, cesa. Compara la sensación con el hecho de tocar un cubito de hielo: sientes frío, reaccionas de forma impulsiva, pero poco tiempo después lo olvidas, pues tu calor corporal hará que vuelvas a la misma situación inicial y dicha sensación cae en el olvido.
Por otro lado, el efecto psicológico que produce el color, una “vibración anímica”.

Según Kandinsky, a través del aspecto más físico, el color llega al alma. Por ello, en el fondo, dice el autor, no están tan separadas ya que cuerpo y alma son inseparables.

En cuanto al color prosigue comentando la posible asociación con otros objetos y no solo eso, sino que habla también de los efectos que cada color tiene sobre cada persona. La combinación de colores es infinita y, por tanto, las sensaciones, emociones y reacciones que provoca, son también inalcanzables.

FORMAS Y MANERAS

Exactamente en la misma línea que con el color, el autor del libro abre el camino de las formas para conocer, también , las diversas maneras de crear según este aspecto. Pero lo hace incluyendo ya, en el saco, también el color. Entonces procede a explicar la amplia gama de posibilidades que pueden suceder combinando color y forma: “Determinados colores son realzados por determinadas formas y mitigados por otras”. Por ejemplo, dice, los colores que tienden a la profundidad, tales como el azul, son resaltados por las formas redondas. Se produce una disonancia entre la forma y el color que abre la posibilidad de la armonía. Y esto, sumado a la música, amplía considerablemente las variantes.
           
De forma exclusiva hace referencia a la forma a la hora de hablar de composición dividiendo, de nuevo en dos posibilidades: la composición general del cuadro y las formas individuales que componen el todo, destacando que poco significan las últimas si no tienen dentro de la obra, como fin, formar parte del todo, que es el objetivo principal.

- La no realidad de los elementos y colores: el hecho de que se utilicen elementos y colores no reales, hacen que el espectador asuma esa ambientación fantástica y busque antes la anécdota que la significación del cuadro, con lo que se confirma que lo externo domina sobre lo interno. Para que no ocurra esto, hay que evitar reproducir la naturaleza de forma coherente, para eliminar el efecto de cuento y que la parte interna del cuadro tenga todo el protagonismo.


EL ARTISTA Y SU OBRA

 Kandinsky sostiene la idea de que no debe abusarse de la libertad creativa. Solo hay que alterar la realidad cuando la obra lo requiera, cuando el artista, para expresar sus inquietudes, necesite crear una realidad alternativa. Para el autor “El arte es el lenguaje que habla al alma de las cosas que para ella significan el pan cotidiano, y que sólo puede obtener en esta forma”.

Continúa enumerando los deberes del artista, quien para Kandinsky no es rey, no es dueño de la situación, sino que es un mero intermediario, casi un intérprete, que debe poner su talento al servicio del público, pero sobre todo, al servicio del Arte.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Felicidad


Un manido papel en la vida consiste en ser temeroso de las alegrías del mundo. Escabullirse en la lenta agonía de las carcajadas de los demás es como un cubito de hielo que te roza los pezones. Pero al final, tanta rigidez exige ser feliz tú, también. No puedes excluirte eternamente. Los buenos actos de determinados individuos son infinitamente superiores al daño que otros te hayan podido causar. Es cierto, la mejor fragancia viene en los pequeños envases; por eso, la felicidad más rotunda se sirve en dosis mínimas.
No podemos ser enteramente serios, ingratos o ciegos. Necesitamos nutrir nuestros dorsos de elixir de adrenalina con forma de sonrisa. Y no puede ser de otro modo. La fórmula del enfado se supura con saliva color miel. Debemos ser considerados con aquellos que tratan de sacar lo mejor de nosotros. Lo hacen porque quieren, no están obligados.
Es cierto, a veces son tantas las personas que buscan y nos exigen lo peor de nosotros que terminamos acostumbrándonos a mirar sospechando al universo. Pero de entre las piedras aparecen almas que nos quieren, que nos dan la mano, que no nos dejan ni caer ni retroceder. Incluso en la muerte ellas están. Y jamás estaremos solos, por ello. Nunca podremos no esbozar una sonrisa. Es imposible. A veces, tal vez la ahoguemos, pero eso ya es reír. Y tenemos que jodernos, porque la seriedad no es constante y se esfuma cuando menos queremos que lo haga.
El miedo a ser feliz. Probablemente sea un problema al que todos nos enfrentamos. Es más cómoda una lágrima de tristeza que una de alegría, pero es mucho más sencillo sonreír que formar la curva inversa: tenemos la forma dibujada hacia el cielo. Nuestros labios hablan por sí solos, no vayamos contra natura.